viernes, enero 26, 2007

P de Princesa desatada por la pasión y la lujúria.


P vivía en el País de Nunca Jamás.



Era la envidia de sus amigas princesas, como ella, que querían justo lo que ella tenía, amor, y un joven apuesto príncipe que las cuidase, mimase y las abrazara por la noche.
Desatada por la pasión y el calor de la noche, huía a caballo atravesando la espesa niebla que bordeaba su castillo. Con el pelo al aire rollo Brad Pitt en Leyendas de Pasión.
Llegaba al pueblo plebeyo y se emborrachaba de amor y desenfreno con el joven apuesto que todas sus amigas sabíamos que no le convenía en absoluto.
P de Princesa, vivía en un castillo rollo como el de DisneyLand, pero con las cúpulas de color de rosa. Un estanque de cisnes te daba la bienvenida en la entrada, con un puente de madera que sólo podías cruzar con un hermoso caballo blanco que todas las princesas teníamos.

P, se había cansado de llevar sus vestidos tonos pastel y sus zapatitos de cristal, y se había desatado tanto el corsé que una vez la confundieron con una plebeya de la vieja aldea arriba en la colina.

Era una princesa de los pies a la cabeza pero los aldeanos la llamaban P, de pendón.

Ya no era la misma, y ella no quería ser la misma, quería vivir, sentir todo lo que fuera posible alcanzar pero con su nuevo ¨amigo¨.
El joven príncipe y apuesto vivía engañado en su castillo.

Muchas noches, P, bajaba al pequeño rancho (con 3.000 caballos) y subía encima de Rocinante en busca de diversión en la aldea.

La Princesa Dorita, su mejor amiga, y solterísima, pero que empezaba a conocer a un apuesto príncipe que le estaba volviendo loca, no veía últimamente bien lo que estaba haciendo, y se lo recordaba algún que otro día.

Pero P disfrutaba. Amaba la lujúria y el desenfreno, estaba poseída por el espíritu de Núria Bermúdez.

Un día no muy lejano (a ver a ver), P se dio cuenta de la estupidez tan grande que había y estaba cometiendo. Así que dejó plantado al joven plebeyo y volvió con su ranita al país de donde nunca tenía que haber salido.
Al país de Nunca Jamás.

Volvió a lucir esos vestidos rosas, se apretó bien fuerte el corsé, y empezó a andar hacia el camino correcto con sus nuevos zapatitos de cristal que tanto daño le hacían al principio.

Un salud@
Jones












































































































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