martes, marzo 14, 2006

Porqué las historias felices tienen que acabar en amor eterno?


Esta mañana he estado escribiendo un relato inventado para ponerlo en el blog, pero me ha quedado demasiado largo.

Trataba de tres amigas solteras que deciden hacer EL CLUB DE LAS TREINTAÑERAS SOLTERAS, y es una mezcla El Club de las Primeras Esposas y Hitch, y se alquilan un local en el centro de Barcelona ajuntando sus ahorros. Dejan sus trabajos temporales y se dedican con cuerpo y alma al nuevo proyecto que tienen entre manos.

El proyecto consiste en: que jamás nadie tenga el valor de reirse de una soltera, que jamás nadie tenga el valor de decir a la cara a una soltera que se le va a pasar el arroz, las solteras no son bichos raros... Consejos, cursos para sobrellevarlo con dignidad...etc...

Se patean la ciudad y consiguen entrevistas en radios y televisiones, hasta que alguien se fija en ellas y les da la oportunidad de triunfar. Colacan carteles cutres hechos con folios en las paradas de los buses, trípticos que dejan en buzones de desconocidos y folletos que dan por las calles.

Consiguen hacerse un hueco y consiguen el éxito que tanto esperaban.

Las tres amigas viven con sus padres, y en cuanto hacen números se van independizando.

Va pasando el tiempo, y una encuentra novio, pero se ve que hay una cláusula en el contrato que si se tiene pareja no pueden seguir con sus puestos, porque sería como un fraude para sus clientes, todos solteros/as. Aunque se lo saltan y la admiten, pero solo da ideas y al final de mes se lleva su parte proporcional. Luego la segunda amiga también encuentra pareja. Y todo el peso de El Club lo lleva una tal Lucía ( es el nombre que le he puesto a la protagonista).

Lucía contrata a varias chicas solteras que siempre la llaman jefa y a ella le da mucha rabia.

Lucía, en mi historia, es una chica de 29 años, que a pesar de gustarle mucho los hombres, decide borrarlos de su mente, y olvida todo lo que conlleva conocerlos. Casi no sale, y solo vive por el trabajo.

Al cabo de varios años se da cuenta que está sola, y que a pesar de que el trabajo le encanta, y que haya conseguido llevar ella sola una gran empresa como El Club de las solteras treintañeras, sabe que le falta algo.

Un día entra un joven apuesto, que solo quiere conocerla. Es el chico que le dio la hipoteca para su piso, y que ella estaba tan cerrada en si misma que no vio lo que tenía delante. Este intenta coquetear con ella, pero Lucía se sigue engañanado a si misma diciéndose que no necesita a un hombre a su lado.

Un día decide desayunar en un bar cercano. Es hora punta y el bar está al completo, ella consigue una mesita, se toma su café descafeinado y va mirando a su alrededor. Hasta que ve que entra el chico guapo de la hipoteca. Se empieza a retocar el pelo, se pinta los labios, coge un libro que lleva tiempo intentándoselo acabar, y por dentro desea que el joven apuesto se siente junto a ella. Y así es, el chico se acerca y le pide si puede compartir mesa porque la cafetería está llenísima. Ella acepta y al cabo de media hora hacen planes para verse para almorzar juntos.

Lucía llama a sus amigas de El Club, ya no solteras, y queda con ellas. Ellas la animan a que sea ella misma y le aconsejan de que se tome el día libre. Una le dice que vaya a la pelu, y la otra que se encargará de mirarle algun modelito para la ocasión.

Total, que se encuentran, comen, y se enamoran. Y en la actualidad siguen juntos. ( Me encanta esa frase que sale en las películas...).


Esta es la historia, y la pregunta era: porque las historias felices tienen que acabar en amor eterno?

Si a Lucía no la ajunto con el chico apuesto sería una pobre solterona que a pesar de triunfar en sus negocios no consigue atrapar a un hombre.
Todas sus amistades con pareja o a punto de casarse, y ella soltera. No sé...

Ya sé que hay gente que está soltera y no le pasa nada por estarlo, mi caso por ejemplo, pero llegar a una cierta edad, pongamos 45 años y estar soltera me preocupa.

Me preocupa tanto que hasta me he llegado a creer que yo seré una soltera cuarentona, cincuentona, sesentona, vamos que moriré soltera.

Todas las películas acaban igual, todas encuentran pareja, y si no la encuentran es rara vez.

Sigo pensando que todos tenemos una media naranja, pero... y si a mi cuando hubo repartición no me tocó?

Intento no pensar tanto en ello, pero no tengo remedio. Quizá ya no soy la de antes, aunque tampoco soy la reina del hielo, pero sí he notado un cambio, así que sí que sigo siendo la nueva Jones.

Me fijo en ellos por supuesto, pero intento ser más tímida y cortarme un poco. No tengo relación con ningún chico, nada, solo con los del trabajo... y si a eso le llamo "relación" vaya mierda, con perdón...Las grandes conversaciones que mantengo con los del trabajo : "hooola", "adiós", "hasta mañana", " por fin es viernes", o "buen finde".

Ayyyyy (suspiro) hay un chico nuevo, informático que solo viene los martes, y calculo que debe tener unos treinta y pocos, alto, rubio, ojos azules, mmmm, está tremendo! Pero se debe pensar que soy muda pq le digo “hola” muy bajito, e intento esquivarle si coincidimos en la máquina del café.

No sé pq una historia no puede acabar bien sin necesidad de darle a la protagonista un novio guapo, encantador... es injusto.

Un salud@,


Jones
pd: he puesto a Huhg Grant porque me he equivocado, y ahora no sé como sacarla, así que bueno, para las fans, aquí está.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ay nena!las medias naranjas existen y si existen se encuentran (si no la has encontrado es pq con los q te has cruzado no lo eran...)... pero donde coj. hay q ir a buscarlas?¿?¿?¿?
esperaremos con una copita de vino...(o un martini)
;P

Jones dijo...

ayyy si... siempre esperando...las emparejadas siempre dicen: no busques, ESPERA sentada y verás. Joder, llevo esperando 28 años!!!

mmm un martini....